Mucho se ha discutido sobre si los cambios introducidos en el Mundial de Fórmula 1 en los últimos años eran correctos; tras la carrera de Australia creo que puede afirmarse con cierta seguridad que estamos en la buena línea.
Hace tres o cuatro años las carreras resultaban bastante predecibles: si el Ferrari era tres o cuatro décimas más rápido que el McLaren sabías que cada vuelta la distancia entre ambos coches aumentaría precisamente en esa diferencia. Además, el cambio de circuito a circuito no alteraba sustancialmente esl rendimiento comparado de los vehículos. Las estrategias eran bastante similares siempre, y con lo único con lo que se podía especular era con la diferencia de combustible en la calificación, dándole así emoción a las primeras quince o veinte vueltas de cada Gran Premio, intentando adivinar en qué giro pararía cada uno de los pilotos. Finalmente, las diferencias entre coches eran grandes. Existía una primera división, inalcanzable para el resto; el pelotón y luego uno o dos equipos que siempre quedaban últimos. Solamente la lluvia o un accidente alteraba las carreras.
¿Qué tenemos ahora? Para empezar coches más igualados. El año pasado, en la Q2 de Australia, la diferencia entre el primero y el décimo fue de casi un segundo; este año ha sido de seis décimas; y eso contando con los inaccesibles Brawn. Si quitamos a Button y Barrichello nos encontraremos con que el resto de los diez pilotos esuvieron ¡en dos décimas! Sucede, además, que los coches responden en forma muy diversa según las circunstancias. Unos neumáticos fríos, la utilización del KERS o una determinada carga de combustible hace que un coche que hace unos momentos era inferior a otro pase a ser claramente superior. Esto implica que las luchas directas serán mucho más frecuentes en esta temporada que en otros años. Adelantamientos, toques, rueda con rueda... deberemos ir acostumbrándonos a ello. Es evidente que todo esto hará que las carreras sean más divertidas.
Además, con esto se consigue que el piloto resulte importante. Hemos visto diferencias grandes entre pilotos con el mismo coche, lo que, seguramente, se debe a la diferencia de cualidades entre unos y otros. Es decir, ahora se puede ver al piloto; y en esta primera carrera ya los hemos visto. Hemos visto a Vettel, que cometió un error al final, pero que hasta ese momento se había mostrado como un auténtico campeón, plantando cara a los Brawn tanto en calificación como en carrera, siendo rápido y preciso. Una auténtica figura en ciernes, el piloto del futuro a mi juicio. Hemos visto también a Kubica, que con un coche que no tenía ni difusor raro ni KERS estuvo en el podio hasta el final y hubiera sido segundo sin el choque con Vettel. Y hemos visto también a Hamilton, que con un coche que, por lo visto hasta ahora, es inferior a la mayoría, realizó adelantamientos, estuvo en la pelea y se mostró siempre agresivo. Y no hemos visto a Alonso, que se quedó casi el último en la salida y, a partir de ahí, hizo una carrera muy conservadora. Solamente apretó cuando Hamilton adelantó a Glock y el se vio en la necesidad de hacer lo mismo. El resto de la carrera estuvo aguantando, fiel al planteamiento que había hecho público antes de empezar: en Australia se trata de acabar porque si acabas es fácil que cojas puntos. Le salió bien la cosa y acabó con tres puntitos que no son mala renta para cómo le había ido el fin de semana.
¿Favoritos para este año? Por lo visto hoy, los Brawn, Kubica, Vettel, Hamilton... y sin olvidarnos de los de siempre: Ferrari y Alonso.
Hace tres o cuatro años las carreras resultaban bastante predecibles: si el Ferrari era tres o cuatro décimas más rápido que el McLaren sabías que cada vuelta la distancia entre ambos coches aumentaría precisamente en esa diferencia. Además, el cambio de circuito a circuito no alteraba sustancialmente esl rendimiento comparado de los vehículos. Las estrategias eran bastante similares siempre, y con lo único con lo que se podía especular era con la diferencia de combustible en la calificación, dándole así emoción a las primeras quince o veinte vueltas de cada Gran Premio, intentando adivinar en qué giro pararía cada uno de los pilotos. Finalmente, las diferencias entre coches eran grandes. Existía una primera división, inalcanzable para el resto; el pelotón y luego uno o dos equipos que siempre quedaban últimos. Solamente la lluvia o un accidente alteraba las carreras.
¿Qué tenemos ahora? Para empezar coches más igualados. El año pasado, en la Q2 de Australia, la diferencia entre el primero y el décimo fue de casi un segundo; este año ha sido de seis décimas; y eso contando con los inaccesibles Brawn. Si quitamos a Button y Barrichello nos encontraremos con que el resto de los diez pilotos esuvieron ¡en dos décimas! Sucede, además, que los coches responden en forma muy diversa según las circunstancias. Unos neumáticos fríos, la utilización del KERS o una determinada carga de combustible hace que un coche que hace unos momentos era inferior a otro pase a ser claramente superior. Esto implica que las luchas directas serán mucho más frecuentes en esta temporada que en otros años. Adelantamientos, toques, rueda con rueda... deberemos ir acostumbrándonos a ello. Es evidente que todo esto hará que las carreras sean más divertidas.
Además, con esto se consigue que el piloto resulte importante. Hemos visto diferencias grandes entre pilotos con el mismo coche, lo que, seguramente, se debe a la diferencia de cualidades entre unos y otros. Es decir, ahora se puede ver al piloto; y en esta primera carrera ya los hemos visto. Hemos visto a Vettel, que cometió un error al final, pero que hasta ese momento se había mostrado como un auténtico campeón, plantando cara a los Brawn tanto en calificación como en carrera, siendo rápido y preciso. Una auténtica figura en ciernes, el piloto del futuro a mi juicio. Hemos visto también a Kubica, que con un coche que no tenía ni difusor raro ni KERS estuvo en el podio hasta el final y hubiera sido segundo sin el choque con Vettel. Y hemos visto también a Hamilton, que con un coche que, por lo visto hasta ahora, es inferior a la mayoría, realizó adelantamientos, estuvo en la pelea y se mostró siempre agresivo. Y no hemos visto a Alonso, que se quedó casi el último en la salida y, a partir de ahí, hizo una carrera muy conservadora. Solamente apretó cuando Hamilton adelantó a Glock y el se vio en la necesidad de hacer lo mismo. El resto de la carrera estuvo aguantando, fiel al planteamiento que había hecho público antes de empezar: en Australia se trata de acabar porque si acabas es fácil que cojas puntos. Le salió bien la cosa y acabó con tres puntitos que no son mala renta para cómo le había ido el fin de semana.
¿Favoritos para este año? Por lo visto hoy, los Brawn, Kubica, Vettel, Hamilton... y sin olvidarnos de los de siempre: Ferrari y Alonso.