Leo por ahí que se propone que las elecciones europeas de mayo en 2014 sean el ensayo general para la consulta independentista. Discrepo completamente del planteamiento.
Reducir las europeas a un ensayo es desconocer la importancia que tienen en sí mismas. La Europa misteriosa que obliga a reducir pensiones, a aumentar la edad de jubilación, que propone disminuir el descanso semanal en Grecia a un solo día, que da o quita dinero para los rescates bancarios, los astilleros o la minería; la Europa que declara ilegales las cláusulas suelo en las hipotecas o exige una mayor protección del consumidor, la Europa que sube o baja los tipos de interés y maneja entre bambalinas la prima de riesgo; esa Europa es la que resulta de las elecciones europeas. No deberíamos de ser tan estúpidos como para ignorar que en el mes de mayo nos jugamos mucho como europeos y que nos tenemos que tomar esas elecciones muy en serio.
Las elecciones de mayo no han de ser, por tanto, ensayo; sino principio de una nueva Europa más justa y solidaria, más cercana a los ideales de sus fundadores; pero es que, además, esas elecciones pueden ser el inicio de ese cambio que tanto necesitamos en España.
Durante el año 2012 cientos de miles de personas salieron a la calle para protestar contra el atraco que en nombre de los mercados se perpetraba contra los ciudadanos, para exigir que la clase política abandonara la corrupción como mecanismo estructural de financiación, para mostrar que somos ciudadanos y no súbditos, para reclamar un reparto más justo de la riqueza (los salarios del 70% de los trabajadores españoles, el de todos aquellos que se mueven por debajo o ligeramente por encima del mileurismo, no suman más que el 13% del PIB español, una situación que no se daba ni en la Inglaterra de Charles Dickens).
Aquellas movilizaciones no sirvieron para nada. El poder corrupto es inmune a que la gente ocupe las calles y las plazas; utiliza sus mecanismos de propaganda para vincular las protestas con la violencia y las televisiones minimizan las concentraciones y manifestaciones. Al poder tan solo le interesan las grandes masas de personas cuando van en la dirección que al poder le interesa, y ejemplos recientes tenemos en Cataluña de ello. Cuando los ciudadanos nos movemos en la dirección que no conviene a quien manda simplemente se ignora o se cargan las escopetas con balas de goma.
En el mes de mayo tenemos la ocasión de realizar la mayor de las protestas y la más efectiva. Lo que resulte de las elecciones será relevante. Si en esas elecciones los ciudadanos acudimos masivamente a votar, desechamos las formas ineficaces de protestar como son la abstención, el voto nulo y el voto en blanco, y llenamos las urnas de papeletas que ignoren a los partidos que nos han llevado a esta situación y que solamente saben extraer dinero público para sus turbios negocios; si hacemos eso algo comenzará a cambiar.
A la hora de votar encontraremos docenas de opciones. Elijamos con cuidado cuál tomamos. Rechacemos aquellas papeletas que vengan de partidos que miran para otro lado en los casos de corrupción o que ya han sido condenados por esta lacra. Rechacemos las papeletas de partidos que han mostrado que actúan en interés de los ricos y poderosos y no del conjunto de la ciudadanía. Rechacemos todo esto y no temamos votar a partidos "pequeños". El día de las elecciones, a primera hora de la mañana todos los partidos son igual de pequeños. Todos tienen los mismos votos y seremos nosotros quienes con nuestras papeletas quienes decidamos quién es quién al final de la jornada.
Tomémonos en serio el poder que tenemos y difundamos esta idea: si en las elecciones europeas los grandes partidos corruptos son rechazados por los ciudadanos (y el rechazo pasa por votar a otros partidos, ni la abstención ni el voto nulo ni el voto en blanco sirven para nada); si conseguimos eso algo comenzará a cambiar. Habremos dado el primer paso en la dirección correcta.
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