Arcadi Espada publica en "El Mundo" un artículo en relación al debate abierto sobre si Pablo Iglesias es o no hijo de un terrorista. El artículo es en un 99% hechos y tan solo en un 1% opinión.
Creo que debería ser lectura obligatoria para todos aquellos que quieran intervenir, en un sentido o en el otro, en el debate sobre la condición de los progenitories de Álvarez de Toledo e Iglesias.
El debate en sí creo que hace un flaco favor a una intervención, la de Álvarez de Toledo el otro día en el Congreso, que aportó un análisis basado en evidencias sobre el pefil político del Vicepresidente segundo del gobierno de España. El otro día compartía por aquí esa intervención de la portavoz popular que, creo, merece ser difundida.
Pero este otro debate que podría pasar por anecdótico muestra algunas características de nuestra política a las que, creo, convendría prestar atencíon y que, como veremos, deberían preocuparnos.
Este incidente muestra, tal como intentaré mostrar al final, que hemos pasado de debatir sobre ideas y argumentos a un poco disimulado intento de modificar la realidad y el pasado. Al final, la propaganda pretende devorarlo todo. Y eso no es nada anecdótico.
Antes, sin embargo, creo que hay que hacer una consideración previa.
Estos días me he encontrado con personas que piensan que la referencia de Álvarez de Toledo al padre de Iglesias no tenía ninguna relación con lo que había dicho Iglesias. Y cuando les explicaba (muchos no habían visto el debate y se quedaban con el titular sin conocer el contexto) que previamente Iglesias había pasado toda su intervención llamando irónica o despectivamente a Álvarez de Toledo marquesa seguían sin ver la relación entre una cosa y otra.
Pues la tiene.
Un título nobiliario se consigue o por méritos propios o por herencia. Si uno se remonta hacia atrás siempre encontrará un hecho destacado (real o ficticio, honorable o miserable; pero en cualquier caso valioso desde la perspectiva de quien otorgó el título) que explica la concesión. A partir de ahí, sin embargo, el título se transmite de padres (o madres) a hijos (o a hijas) por lo que desde ese momento el título, en realidad nada dice de quien lo ostenta, sino de sus mayores.
La distinción está muy presente entre quienes tienen trato con estas cosas. Se cuenta la anécdota de que un duque de Alba en el siglo XIX tenía un amigo que ambicionaba un título de nobleza del que carecía. Cuando le fue concedido un título nobiliario el duque de Alba le dijo, "ya eres como yo" a lo que su amigo replicó: "no, yo soy como el primer duque de Alba". Él había conseguido el título, su amigo "tan solo" lo había heredado.
Esto nos explica que desde la perspectiva de quien tiene un título nobiliario que no le ha sido otorgado a él, el título hace siempre referencia a quienes precedieron al actual titular. Mencionar el título de marquesa de Álvarez de Toledo es mencionar a su padre y a quienes antes que su padre tuvieron también ese título.
Pero también a su padre, que es de quien lo recibe directamente.
Pablo Iglesias puede ser tan estúpido de no caer en esa cuenta; pero eso no cambia las cosas. Mencionar el título es mencionar al padre.
Y mencionar a los padres siempre es delicado y legitima a quien es aludido para llevar el debate por esos terrenos.
A partir de ahí Álvarez de Toledo le recuerda a Pablo Iglesias que es hijo de un terrorista.
Y a continuación Iglesias sube ofencido a la tribuna y llega a amenazar con que su padre inicie las accones oportunas.
Lo primero en un tema así es ver si las afirmaciones responden a los hechos o no.
El hecho primero es que el padre de Pablo Iglesias militó en el FRAP. Por lo menos así lo afirma el propio Pablo Iglesias
Y el hecho segundo es la determinación de si el FRAP fue una organización terrorista.
Recomiendo la lectura del artículo de Arcadi Espada. Se trata de una organización con una propuesta política revolucionaria que utilizó el asesinato como herramienta política. Si esto no es terrorismo ya me dirán qué lo es.
Así que me parece que los hechos están claros.
¿Era oportuno mencionarlos?
Bueno, creo que hubiera sido diferente si nunca Pablo Iglesias nunca hubiera hecho mención pública de esas circunstancias en la vida de su padre. Pero no es el caso. Al artículo anterior aún se suma un tweet en el que reconoce de manera coloquial la militancia de su padre
Siendo así, habiendo sido el mismo Pablo Iglesias quien ha hecho alarde de la militancia de su padre en el FRAP ¿a qué viene ahora escandalizarse porque se le recuerde?
Siendo los hechos tan claros, lo que sorprende -y aquí viene la parte relevante- es que tantas personas serias y cultivadas nieguen la evidencia y rechacen que el padre de Pablo Iglesias fuera un terrorista, afirmando que su papel se limitaba a repartir propaganda y que no participó directamente en ningún asesinato.
¿Es que quienes forman parte de una organización terrorista no son terroristas, cometan asesinatos, aporten información, repartan propaganda o traigan los cafés? Por eso precisamente en el Código Penal hay tipos distintos para la pertenencia a un grupo criminal y para las acciones cometidas por dicho grupo.
No hay por qué escandalizarse. Al fin y al cabo, por mucho que a mi me parezca que el terrorismo es siempre moralmente reprobable, lo cierto es que ha habido terroristas que han acabado recibiendo el Premio Nobel de la Paz (Menájem Beguim, por ejemplo).
Sabemos que quienes triunfan acabarán viendo blanqueados sus crímenes y que, en cambio, los que pierden serán acusados de ponerse voluntariamente bajo el hacha o frente las balas. Así es el mundo. La victoria o la derrota determinará la valoración moral de los hechos; pero ¿llegará a cambiar los propios hechos?
Esto es lo que me preocupa, porque en los últimos días el rifirrafe al hilo del debate entre Álvarez de Toledo e Iglesias ha puesto de manifiesto que ya no se trata de discutir sobre lo que es moral o políticamente aceptable, sino de cambiar los hechos, de hacer pasar lo cierto por falso y lo falso por cierto.
Y ahí la intervención de la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, ordenando que se retirara del diario de sesiones la referencia de Álvarez de Toledo al padre de Iglesias es significativa.
Como vemos, la afirmación de que Iglesias es hijo de un terrorista es una afirmación que se apoya en los hechos ¿qué justificación tiene entonces retirarla del diario de sesiones? ¿Reescribir el pasado a la luz de los deseos del Vicepresidente del gobierno?
No encuentro otra explicación.
Como pueden imaginarse es para estar preocupado. Las opiniones son libres; los hechos, sagrados. Intentar reescribir el pasado al gusto del presente es una tentación vieja, como sabemos.
En mi adolescencia lei 1984 de Orwell, y entonces pensaba que nunca vería en la realidad lo que allí se describía.
He comenzado a verlo, podría poner más ejemplos.
Y asusta.
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